
Seis años tuvieron que pasar para volver a escuchar la trompeta que anuncia su llegada. Seis años desde aquella madrugada del 19 de noviembre de 2019 en la que, agotados pero rebosantes de paz y amor, los voluntarios salimos del pabellón prometiendo volver el año siguiente. Nadie imaginó que el mundo entero se detendría… y que Amma dejaría de hacer giras hasta nuevo aviso.
Pero ha vuelto.
Y con ella, volvió también la emoción, la entrega y la certeza de estar caminando hacia un propósito mayor.

Un regreso muy esperado
En agosto llegó la noticia: Amma regresaría a Granollers en octubre.
El corazón se aceleró. La ilusión floreció. La comunidad se reactivó.
El 21 de octubre, el Pabellón de Deportes volvió a llenarse de vida. Muchos voluntarios ya trabajaban desde días antes para preparar cada detalle. Y entonces… ese sonido inconfundible: la trompeta que anuncia su entrada al altar. El nudo en la garganta, las lágrimas contenidas, la piel erizada. Allí estaba ella otra vez. Amma. La Madre.
Volver a la familia del servicio
Yo comencé como voluntario en 2006, casi sin experiencia en Shiatsu. Aquel primer encuentro me marcó para siempre, y desde entonces he tratado de acudir a todas las giras. Este regreso, después de tanto tiempo, tuvo un sabor especial:
reencontrarme con compañeros de vida, abrazos que habían quedado en pausa, recuerdos compartidos que volvían a latir.
Personas que no pudieron venir y estuvieron presentes en el corazón.
Otras que ya no están y que sentimos más cerca que nunca.
En medio del bullicio, mientras descargaba camillas y mantas con una sonrisa imborrable, una frase resonaba con fuerza dentro de mí:
“Este es el camino.”
Las enseñanzas que esta gira me recordó
Cada encuentro con Amma trae lecciones. Este año fueron claras, profundas y urgentes:
Lo que importa es cómo haces sentir a los demás
No son los títulos, ni lo material.
Es un abrazo.
Es un masaje.
Es un “¿cómo estás?” dicho desde el alma.
Eso permanece. Eso transforma. Eso se recuerda.
Replantear prioridades
Vivimos atrapados por metas ajenas, por el reconocimiento social, por el éxito que otros nos exigen. Y como dijo el Dalai Lama:
“Un hombre sacrifica su salud para ganar dinero. Luego sacrifica su dinero para recuperar su salud.”
¿A qué precio estamos viviendo?
Esta gira puso mis preguntas en primer plano… y con ellas, las respuestas.
Volver a mi camino terapéutico
Durante la pandemia, mi práctica quedó en pausa.
Creí haberme alejado demasiado.
Pero el camino me esperaba con paciencia.
Esta vez entendí que mi misión sigue siendo acompañar, sanar, servir.
El abrazo que lo cambia todo
He visto a personas fuertes derrumbarse en sus brazos.
He sido esa persona.
Cada darshan te muestra una verdad que te negabas a mirar:
una lágrima retenida, un miedo, un deseo olvidado, una dirección nueva.
Este año me dio claridad:
hacia dónde caminar, qué recuperar, a qué dedicar mi energía.
Y también un susurro:
disfruta mientras pueda seguir viniendo, porque el tiempo es precioso para todos, incluso para una mujer con energía divina que ya carga con 72 años.
Una energía diferente: ¿una preparación para algo más?
Lo comentamos varios voluntarios:
la energía de este año era distinta.
Ni mejor ni peor. Solo distinta.
Como si estuviera preparándonos.
Para qué… no lo sé.
Intenté buscar la respuesta mirando hacia adelante, pero recordé las palabras de Steve Jobs:
“No puedes unir los puntos mirando hacia adelante, sólo puedes conectarlos mirando hacia atrás.”
Así que por ahora me quedo en el presente,
agradeciendo cada minuto al servicio de los demás,
con la certeza de que la rueda sigue girando y que todos somos parte de su movimiento.
Volver a lo esencial
Esta gira me recordó quién soy.
Volvió a encender algo que llevaba demasiado tiempo en silencio:
mi vocación de terapeuta.
Mi corazón grita que vuelva a ese espacio donde puedo aportar, aunque sea un granito de arena en la inmensa duna del mundo.
Y como dijo Albert Einstein:
“Sólo una vida vivida por los demás merece la pena ser vivida.”
Gracias, Amma, por devolvernos el rumbo.
Gracias por recordarnos que servir es amar.
Que abrazar es sanar.
Que juntos somos más humanos.
Que el camino… es este.

